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viernes, mayo 04, 2012

Fortuna


¡Cómo me pesa, cómo me pesa haberlo

echo! He sido un idiota un animal. Y
todo lo he perdido y para siempre.
Eduardo Barrios
El niño que enloqueció de amor


Al hundirme en tus ojos pardos
tan grandes como el invierno,
recobre el afán de ceñirme,
sobre la invaluable libertad
de estar junto a ti.

Atado a tu mano,
vimos un mar de hierba,
acariciado por el viento
ese mismo viento,
que acariciaba
nuestros rostros.

Las antorchas indicaban
nuestro regreso,
que se veía impedido por el viento
y algo al corazón.

Has despertado corazón
que somnoliento
crujía de soledad
mi mente recobra
su estado
su frescura,
te declaro culpable
de hacer renacer la locura,
te sentencio
a recibirme
tan cual soy,
asistirme,
quererme
odiarme y respetarme.
desgrano tus cabellos,
y la intención de querer
arrancarme el brazo
donde dejaste tu olor,
poder llevarlo a todos lados
poder recordarte.

Siento que hoy
te extraño,
te oigo,
te huelo,
pero es solo tu recuerdo.

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